domingo, 24 de octubre de 2010

Carta De Un Padre A Una Hija



Querida hija:

El día que este anciano ya no sea el mismo, ten paciencia y comprende.
Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra cómo termina, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeña para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y compréndeme que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuántas veces cuando niña te ayudé y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches por que no quiera bañarme, no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los miles de pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo.

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona. Acuérdate que fui yo quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y cómo enfrentar la vida tan bien como lo haces, son productos de mi esfuerzo y perseverancia.

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde; y si no puedo hacerlo… no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

Si alguna vez yo no quiero comer, no me insistas. Sé cuánto puedo y cuándo no debo. También comprende que con el tiempo, ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.

Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar… dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.

Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer.
No te sientas triste, enojada o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando tú empezaste a vivir.

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío.

Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

Te quiere,

Tu Padre.

sábado, 23 de octubre de 2010

El Viejo Truco Del Plan "B"

Pregunta:

"Vivo la vida equivocada. Debería haber estudiado ciencias y no humanidades. Y aun así debería haber obtenido mi diploma de humanidades, como mis padres deseaban, no un diploma en baloncesto. Debería haberme casado con Ellen. Debería vivir en Atlanta, no en Atlantic City. Todo va de mal en peor. ¿Qué es lo que debo hacer ahora? ¿Por qué salen mal las cosas?".

Respuesta:

Tal vez no desees oí esto pero: todos tus miedos están justificados. No eres un paranoico. Quizá tengas razón en todo lo que dices… ¿Te preguntas cómo lo sé? Porque el mundo entero funciona a partir del plan “B”.

Seguro existe un plan “A”. El modo en el que las cosas deberían funcionar. Pero en la historia del mundo, no hubo ni una sola cosa que haya salido como hubiésemos deseado.

Adam no debería haber comido del árbol del fruto prohibido. Se suponía que Abel y Caín deberían haber solucionado sus diferencias hablando. Todo el mundo debería haberse llevado bien. Pero las cosas se nos fueron de las manos desde el principio. Di-s ahogó a todos los especímenes creados para comenzar la historia nuevamente. Pero las cosas nunca dejaron de salir mal…

Tomemos como ejemplo la historia de Esav y Iaakov.
Esav nació con ciertos desafíos a cumplir, él debería haberse dado cuenta de esto. Se suponía que crecería como el “valiente proveedor de lo material”; mientras que Iaakov se dedicaría el estudio.
Esav no cumplió con su parte y por su parte, Iaakov terminó haciendo el trabajo de los dos. Acabó recibiendo la bendición de la primogenitura que le “pertenecía” a Esav y casándose con la que tendría que haber sido esposa de su hermano. Le llevó veinte años obtener las dos esposas de la casa de Labán. Esav lo hubiese logrado tan solo en un día.
¿Y Iaakov? Era el hombre equivocado para ese trabajo. Este es el plan “B”.

Y he aquí el caos y desorden de Iosef y sus hermanos, un ejercicio que nos enseña a ver cuántas cosas pueden resultar mal en una historia.
Iosef no sabía comunicarse. Sus hermanos lo mal interpretaron. Iehudá no calculó y Reubén perdió el control de la situación.
El éxodo parece una experiencia excitante, pero no nos olvidemos que la primera visita al Faraón fue un verdadero desastre: nueve de las diez plagas fueron definitivamente un “fracaso”. Más tarde cuando finalmente llegamos al punto cúlmine de la historia, la entrega de la Torá, la gente cometió la “gran metida de pata”: la confección del becerro de oro. El becerro no estaba supuestamente dentro del guión.

Siempre hay un guión, pero nunca se pone en práctica. Este es unos de los motivos por los cuales la Torá comienza con la letra “Bet”, la segunda letra del alfabeto hebreo. Porque todo el mundo funciona a partir del plan “B”. De hecho, si estudias los Seís Días de la Creación, según nuestros comentaristas, ningún día las cosas salieron exactamente como deberían haber salido.

Aparentemente, antes del comienzo de nuestro mundo, en un tiempo contiunuo que no influye al nuestro ni por un nano segundo, existían otros mundos donde todas las cosas salían bien. Había mundos en donde Adam y Javá eran “buenos chicos” y ni siquiera tocaban el fruto prohibido. Allí Caín y Abel eran buenos hermanos eternamente.
Un mundo donde Esav se casó con Leá y ayudaba económicamente a su hermano Iaakov para que pudiera obtener su diploma en pensamientos espirituales a través de la meditación dentro del mundo. Toda la gente era tan buena y amable, el mundo estaba lleno de luz, el mal no tenía oportunidad de existir.
Esos mundos existentes dentro de la grandiosa “imaginación” de Di-s eran el plan “A”. “El Plan”.

¿Qué sucedió con todo esos mundos?
Bien, Di-s observó aquellos, evocó Suprema Sabiduría y los desechó uno por uno, siguiendo adelante hasta finalmente Crear nuestro mundo, invistiéndose dentro de las infinitas formas de la conciencia de un frágil ser que da un paso adelante y se tropieza, un mundo donde Murphy tiene más credibilidad que Newton, y por lo que te casaste con Ellen y no con Jessica. Donde todo el progreso de la vida y la historia no es otro cosa que una sucesión de “metidas de pata”.

Y he aquí que Él te dice: “¡esto e lo que llamas mundo!”. Y es entonces cuando Él decide elegir el plan “B”, un mundo real, no un fugaz imaginario como los otros mundos. Es aquí en donde Él decide entregar la Torá.

Así que seguramente debes preguntarte: “¿qué tiene de valioso un mundo de fracasos, desorden y pecado? ¿Qué es lo que sucede con este Di-s que crea seres que descaradamente ofuscan Su Plan Divino. Si lo que desea es bondad, belleza, luz, sabiduría, ¿por qué elegir un lugar violento, gris y oscuro para que lo contenga? “.

La respuesta es que seguramente debe haber algo más profundo que “El Plan”. Hay un “Director del Plan”. No solamente existe un “guión”, existe una obra. No sólo hay una partitura de música, hay un músico.
Tomemos el siguiente ejemplo: digamos que pasas cerca de un cuarto y oyes sonar un piano. Te detienes a escuchar y piensas: “tal vez no es el piano. Seguramente hay un pianista tocando”.
Escuchas un poco más y logras oír una equivocación. La música se detiene. Una pausa. Luego la misma estrofa se repite, quizá varias veces. Más tarde, la música continúa.
“¡Aha!”, exclamas, “es una persona. Existe alguien detrás de la música”.
¿Y sabes qué? A partir de allí, la melodía logra llegar a una profundidad completamente inesperada.

Pero cuando Di-s eligió “el Plan”, no lo hizo porque debía hacerlo o porque esto lo define a Sí mismo. Optó por esto libremente. Desea que este aspecto esencial de Él, el cual está fuera y libre de cualquier definición, sea revelado a partir del “Plan”. Él quiere que se escuche al “músico”, no solamente a la música.
La oportunidad aparece con cada “fracaso”. La oportunidad de alcanzar la profundidad de la esencia de las cosas, la profundidad en ti mismo y en la verdad.
El fracaso en sí mismo tal vez sea una carga, pero el fruto de reordenarlo es mucho más precioso que el oro.

Este es el motivo por el cual la Torá entra en nuestro mundo y no en otro.
Hay una sabiduría de la creación, de la belleza, de la luz. Pero la Torá es aun más profunda que todo esto. La Torá es la sabiduría de la sanación, del reordenamiento de los fracasos. Y esta es la sabiduría que Di-s mismo toca.

Querido, toma ventaja. Los ángeles están celosos. Ellos aun están atrapados en el plan “A”.

Rab Tzvi Freeman (revista “Jabad Magazine” N°122)