Seguramente esto era algún tipo de broma por parte del profesor. La había visto muchas veces a esta mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, de cabello oscuro, como de cincuenta años o más, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre?
Entregué examen, dejando la última pregunta en blanco.
Antes que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota de la evaluación. "Absolutamente", dijo el profesor, y siguió: "en sus carreras conocerán muchas personas. Todas son importantes. Ellas merecen su atención y cuidado, aunque sólo les sonrían y digan: "¡Hola!".
Nunca olvidé esa lección.
También aprendí que su nombre era Dorothy.
Todos somos importantes.
Extraído del folleto semanal "Or Mizrah", año 8, número 366.
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