En una oportunidad, en los agobiantes días de verano, Rabí Itzjack Eljanán fue en busca de descanso y de un poco de aire fresco a una aldea cercana a su hogar, del otro lado del río.
A la mañana siguiente a su llegada, el Rab madrugó y salió apresuradamente de su hospedaje, asiendo una carta en su mano, preguntando a sus ocasionales vecinos dónde podría encontrar un mensajero que cruzara el río en bote y le entregara el sobre a la gente de su casa, en Kovno.
Un joven habitante de la aldea, intrigado por conocer el mensaje tan urgente que debía ser entregado, se ofreció a realizarlo él mismo, sin pérdida de tiempo alguno.
A lo largo del camino, este mensajero luchó contra sus instintos, resistiéndose a abrir la carta y leer su contenido, pero cuando llegó del otro lado del río, no aguantó más y lo abrió...
No poca fue su sorpresa al leer el escueto pero magistral mensaje que enviaba el gran Rabino a su gente: "Está escrito en el Salmos: "Y su piedad está en todas sus obras", he aquí, que en el patio de nuestra casa, hay un gato al que todas las mañanas le llevo leche y ahora, que estoy fuera, olvidé dejar a alguien encargado de esta tarea y esto me intranquiliza… por lo que pido por favor que se apiaden de mí y se ocupen para que alguno lo haga en mi lugar".
Rab Itzjak Eljanan, ¡el adalid de Israel! ¡La autoridad rabínica de la generación! Un Rab tan elevado espiritualmente y tan encumbrado comunitariamente, paralelamente podía ocupar su mente con el gato que está en el patio de su casa.
Publicación semanal "Maor Hashabat" Nº67
ALAN, INTERESANTE ARTICULO, ES VERDAD, QUE QUIEN TIENE RESPETO POR LOS NINOS, LOS ANCIANOS, LAS MUJERES Y LOS ANIMALES, TIENE UN PUESTO ESPECIAL DENTRO DEL MUNDO CIVILIZADO. GRACIAS POR COMPARTIR CON NOSOTROS, TODAS ESTAS ENSENANZAS. SHABAT SHALOM.
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