Con respecto al tema religión-Shabat me resulta difícil saber cómo demostrarle a un nene de 2 años que Shabat es algo lindo cuando la mayoría de las cosas que quiere hacer o tocar no puede. Por ejemplo: escuchar música, o mirar algo en la computadora, pintar, usar juguetes que llevan pila, etc. Al ser chico como para disfrutar de una mesa de Shabat, aguanta un rato y luego se aburre. ¿Qué consejo me dan?
Respuesta:
Responder a esta pregunta, como a tantas otras, requiere una visión global de los vínculos, los espacios de cada uno, el modo de transmitir las consignas y los estados de ánimo que prevalecen en determinado hogar.
En otras palabras: lo que sigue será posible implementar, si las conductas de los adultos son sanas en los factores que acabamos de mencionar.
Entendamos que los pequeños no tienen obligación de estar sentados en la mesa de Shabat, y que su vida es mucho más movida que la de los adultos, en todos los sentidos. Atornillarlos a una silla por más tiempo que sea adecuado para su edad no lo beneficiará, ni incrementará su deseo por observar el Shabat.
Todos los mensajes que transmitimos a los niños, deben estar encuadrados en un marco de firmeza, tranquilidad y alegría (y, obviamente: afecto).
La firmeza no significa imposición, ni aun menos, agresividad, sino mensajes claros, coherentes y consecuentes. Las hipocresías nos juegan en contra. Si la mesa de Shabbat simboliza santidad y alegría, entonces debe estar manifiesta en nuestro semblante y actitud.
La tranquilidad aporta a la confianza y credibilidad que, a su vez, inspiran a la participación en lo que hace la familia. Se transmite por el tono de voz y por la ausencia de dramatismo en las comunicaciones.
A tal fin es importante pensar bien las cosas entre los padres antes de comunicarlas a los hijos, considerando las consecuencias (también a largo plazo) de consignas que el niño difícilmente pueda cumplir (ponerse en su lugar), no exigir ni prohibir, si no es imprescindible que se haga.
Una vez decidida una conducta que se cree viable, se debe mantener la decisión a pesar de los posibles berrinches – con tranquilidad, aun si eso quitara a la calma momentánea.
Si sentimos (objetivamente) que erramos, será menester dar marcha atrás y repensar la actitud que corresponde en forma consensuada entre los adultos.
Quizás calculamos mal, y no era el momento. Las mismas palabras que no encontraron eco en cierto momento, pueden servir en otra instancia más propicia.
Próximo, debemos concentrarnos en el punto clave: es posible llegar a exigir e imponer toda clase de demandas – pero jamás se podrá exigir que un niño quiera (por su cuenta) hacer algo. Esto solo se podrá lograr (con la ayuda del Creador) mediante la motivación.
¿De qué motivación hablamos?
En principio, la motivación auténtica para nuestras acciones debería ser simplemente el hecho que el Creador nos exige cierta tarea o nos la prohibe.
Pero – claro - un niño obviamente no entenderá este razonamiento, que está aún lejos de su comprensión
Por lo tanto, debemos recurrir a toda clase de métodos de motivación complementarios que – provisoriamente - apoyen esta gestión.
¿Qué elementos nos motivan – al margen de lo que el intelecto nos prescribe?
En primer lugar está la importancia de crear un clima agradable. El ambiente acogedor es fundamental.
Para lograr este fin, ayuda muchísimo que uno cumpla con lo que señala la Mishná y dar las consignas “beSever panim iafot” (un semblante apacible).
El hecho de permitir que los niños tengan un rol protagónico en la mesa (llevando y trayendo lo que se necesita, narrando lo que aprendieron en la escuela sobre la Parashá) los hace sentir que son parte de lo que está sucediendo (si narra algo que le enseñó la Morá prestar atención total a lo que dice, y ayudar si se traba…), y permitirá que sientan mayor apego a participar del momento.
Cuando el niño tiene algún protagonismo, no debe ser pasado por alto sin advertir, sino (p.ej. si trae algo a la mesa) agradecer, o (p.ej. si dice algo sobre la Parashá) felicitar con palmadita, un gesto con la mano o una caricia – siempre sin exagerar.
Un modo de aprobar es cuando uno sigue el tema que el niño comenzó a relatar.
Obviamente, el niño no debe sentir que está siendo puesto a prueba en aquel momento (“¡cómo no te acuerdas lo que enseñó la Morá!”) – y menos aun frente a huéspedes.
Los cantos aportan su cuota de alegría al momento, y – sin obligarlos a cantar – se los puede participar de una pequeña ronda al cantar las canciones clásicas, tenerlos sobre la falda para que disfruten de los himnos que se entonan, o preguntarles qué quieren que uno cante.
Las historias que el papá cuente en la mesa (bien preparados de antemano) se convierten en un punto de atracción para los niños. Hay muchas fuentes para extraer cuentos. Hay que tomar en cuenta la edad y maduración del niño para que el cuento sea adecuado a su edad. Si hay niños de distintas edades, se debe cuidar que los mayores no burlen a los pequeños por interesarse por el cuento.
Contó Rav Reuven Feinstein shlit”a acerca de la conducta de su renombrado padre Rav Moshé Feinstein zz”l, cuando él era pequeño:“En distintas oportunidades hubieron huéspedes en casa para las comidas de Shabbat. Mi lugar en la mesa era invariablemente al lado de mi papá, sin importar quién fuese el invitado. Mi lugar no se cambiaba salvo que se tratara muy esporádicamente de un Gadol HaDor" (líder religioso supremo de la generación).
Respecto a los juegos, es importante tener material infantil permitido para Shabbat. Afortunadamente, se consiguen estos juegos, y seguramente será necesario participar uno mismo – al menos inicialmente - del juego para interesarlos. En este sentido, surgirán algunas preguntas de Halajá (Ley Judía) que deberán ser consultadas respecto al material que los niños pueden manipular en Shabat (por Muktzé), pero no los adultos.
De ese modo, Shabat no se convertirá en un día aburrido para los niños.
Claramente no es un solo factor, el que determine que los pequeños quieran participar de la mesa de Shabbat y disfrutar del día. Sin embargo, está en nosotros facilitárselo.
Rab Daniel Oppenheimer (revista "Jinuj" Nº4)
ALAN, CADA VEZ SON MEJORES TUS ARTICULOS, ESTE ES PRECIOSO, "LOS NINOS", EL PAPEL PROTAGONICO QUE DEBEN TENER, SON QUIENES CONTINUARAN CON EL SHABAT, SABES YO QUE HARIA? PROBABLEMENTE NO SEA LO ADECUADO, PERO LO SABRAS SI VALE O NO, "AL NINO(A) LO NOMBRARIA MI ASISTENTE, TAMBIEN ME COLOCARIA OTRAS ROPAS DIFERENTES ALUSIVAS AL MENSAJE DE LA PARASHA, Y ACTUARIA CON EL INTEGRANDOLO A TODA ACTIVIDAD, SIEMPRE COMO EL PERSONAJE CENTRAL, LAS CRIATURAS SON DEMASIADO INTELIGENTES, Y APRENDEREMOS MAS NOSOTROS DE ELLOS QUE ELLOS DE NOSOTROS. QUIERES QUE TE DIGA ALGO? SON POCO EXPRESIVOS NORMALMENTE PORQUE NO TIENEN SUFUCIENTES ARGUMENTOS PARA EXPRESAR LO QUE VEN Y SIENTEN, PERO SABEN CON ASOMBROSA CLARIDAD QUE ES LO QUE ESTA PASANDO. TE FELICITO, PORQUE LE HAS DADO UN ESPACIO A LAS MAS MARAVILLOSAS CRIATURAS DE LA CREACION, "LOS NINOS" ESTABAMOS ESPERANDO ESTO. APLAUSOS PARA TI. SHABAT SHALOM
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