viernes, 23 de septiembre de 2011

La Medicina del Amor



Inevitable en reuniones entre amigos, cenas familiares y más aun presente, en salidas femeninas, la temática “amor” resulta ser la primera por excelencia en la lista de conversaciones. Qué con cuántos saliste, que si fue a primera vista, que el flechazo los unió mágicamente…

El amor nos atraviesa en nuestra existencia toda. Ni bien nacemos ya tenemos a un otro que -biológicamente- nos amará. Esa madre será la encargada que nada nos falte. De satisfacer todas nuestras necesidades, en pos de facilitar un crecimiento de lo más óptimo y sano posible. Ella sabrá exactamente cómo se siente el niño. Nadie más. Los médicos y enfermeras tal vez tengan muchos conocimientos en psicología, pero desconocen cómo se siente un bebé a cada minuto porque están fuera de esta área de experiencia.

Aquí se da la capacidad empática de la madre. Este vínculo primario será por demás importante ya que marcará el nivel de empatía de aquel que la ha recibido. La progenitora se convierte así, en un elemento crucial para el desarrollo emocional del niño. Cumplirá, entre otras funciones, el papel de “espejo”. Cuando el niño mire el rostro de su madre se verá reflejado a sí mismo. Ella lo mira y lo que ella parece se relaciona con lo que ve en él. Le devuelve una imagen de sí mismo. Una madre que refleja un estado de ánimo decadente, podría ser letal para la criatura. No recibe de vuelta lo que da. Mira y no se ve a sí mismo, no se encuentra, se pierde.

Lo que podría ser un intercambio significativo, un verdadero e interesante feedback, se transforma en una pobre y prematura relación. “Cuando miro se me ve, por lo tanto existo; de la contrario, no tengo existencia”.

La psiquis de la criatura va desarrollándose con tendencia a empatizar más –en mayor o menor medida- con el dolor y las necesidades ajenas en función de aquella empatía primaria recibida (si queremos analizar a un psicópata –aquel que no logra empatizar ni tener siquiera una pizca de remordimiento en consecuencia a sus salvajes acciones- deberíamos averiguar, entre otras tantas cosas, qué tipo de lazo y vínculo estableció con sus progenitores).

Ese amor, ese vínculo, sostén, resulta tan fundamental para la criatura que, sin aquel “holding” (en términos de Winnicott), su vida tan prematura podría encontrar su punto final. Literalmente podría llegar a “morir de amor”.

Pero, ¿qué sucede cuando este ingrediente tan fundamental para la existencia humana, no encuentra lugar en el plano real?, ¿cuando esta necesidad no está satisfecha ni en una mínima medida?, ¿qué consecuencias podría acarrear a nuestra sociedad?

En un mundo en donde prevalecen los vínculos por conveniencias, en donde amor es sinónimo de beneplácito personal, hedonismo absoluto, en donde el amor condicionado y no incondicional es el que prevalece, no debería extrañarnos encontrar cada vez más, personas desajustadas psicológicamente.

Esa búsqueda desenfrenada por clones de aquella madre biológica, esa que nos cuidaba y amaba profunda e incondicionalmente, pareciera desvanecerse a cada instante de la existencia.
El amor condicional es introyectado en nosotros desde pequeños. Amenazas de abandono, de “no te compro tal o cual cosa si…”, entre otras. Es que no hace falta expresarlo para transmitirlo. Las actitudes y el lenguaje no verbal resultan ser demasiados explícitos para caer en burdas repeticiones.

Para comprender mejor y de manera más gráfica la idea, resulta ser para mí muy interesante la siguiente obra del dibujante Quino:






En la imagen vemos un padre recriminando a un hijo. Su manera de vivir era con “cuadrados”, no se admitían otros tipos de figuras. El niño, desde su pobre inocencia, dibujó un espiral. De inmediato fue a corroborar si recibía la aprobación de su padre… pero éste no la aceptó. Y no solamente no la aceptó, sino que lo censuró… y todo, por pensar de manera distinta. Como diciendo: “sólo te quiero si dibujas cuadrados; con espirales no te quiero”.

Constantemente buscamos gustar a los otros, el consentimiento exterior, tal como lo hacíamos desde pequeños con nuestros padres. Buscar la aprobación de otro que reconfirme mi existencia como sujeto.

Al no encontrar apoyo suficiente, algún tipo de aceptación incondicional de sus ideales, el individuo va enajenándose (en términos de Erich Fromm), permaneciendo fuera de la sociedad, marginado. Haciendo hincapié más en el afuera que en el adentro. Consumidor pasivo y eterno del exterior circundante (“eterno lactante”). Perdiendo el eje de su persona. Fuera de sí.

No en vano Abraham Maslow escribe en el capítulo 5 de su libro “Motivación y personalidad”: “En nuestra sociedad, la frustración de estas necesidades (de amor, afecto o posesión), es la causa más corriente de los casos de mal ajuste y psicopatologías más graves.”

Sin dudas estamos sedientos de afecto, de cariño, de vínculos humanos, de calor humano, sedientos de significado de existencia. La falta de aquello no es meramente un capricho personal, sino que el mismísimo Di-s nos creó de manera que necesitemos de aquel, en función de nuestro óptimo desarrollo. No podemos pelear ni reprimir aquella necesidad, es biológica.

El médico psiquiatra, psicodramatista y psicoterapeuta Claudio Adrián Rud nos amplía un poco más la idea de Maslow: "Todo aquel que consulta ha sido o es víctima de alguna forma de desamor. Ya sea de la forma más brutal, como el desinterés, la violencia; o bien bajo una apariencia más leve como la manipulación, el amor condicionado, el abuso del poder de quienes están ejerciéndolo por la investidura que los sustenta" (Psicoterapias en Argentina, página 231).

Tampoco los avances tecnológicos son absolutamente desarrollados por “amor a la propia humanidad”. Intereses económicos y políticos se esconden detrás de ellos. Las medicinas, los laboratorios, más allá de optimizar la vida humana, anhelan en gran medida su propio beneficio y rédito financiero (resulta curioso descubrir que los más importantes avances científicos y tecnológicos, la mayoría de las veces se manifestaron en momentos y con propósitos bélicos).

Todo ser vivo es consciente cuando se lo registra, cuando se lo valora, cuando se lo tiene en cuenta, cuando se le otorga un lugar entre todos, cuando se lo distingue.

No hace falta ser un gran pensador o filósofo para darse cuenta que estamos en momentos de “oídos sordos”… “Sordos” porque no escuchan… o porque no quieren escuchar… “Sordos” porque con tantas tareas y ocupaciones diarias, con la agenda sobrecargada de actividades, ya no disponemos de tiempo para prestar oído a un compañero caído.

Con los valores tan desgastados no se necesitan ni “magos” ni “varitas mágicas” para ser partícipes de actitudes terapéuticas. Tampoco ser psiquiatra, psicólogo, trabajador social o counselor (sin desmerecer sus excelsas profesiones). No pasa –tan sólo- por la posesión de un título. Tiene que ver con una cuestión de ser, por una cuestión de actitud. Por un sentimiento de aprecio hacia la humanidad toda. Muchas veces, palabras sinceras provenientes de un amigo pueden hacer más que cientos de sesiones psicoanalíticas.

Diariamente, a cada paso de nuestras vidas y hasta en nuestra propia profesión –sea cual sea-, podremos efectivizar este bien que tanto hace falta.
Veamos de dónde y cómo podemos ayudar:




  • En el Pirké Avot (1:15) Shamai nos enseña: “Recibe a toda persona con buena semblante (en el rostro)”.



En el idioma hebreo, el término “rostro” se pronuncia: “panim”.
Si analizamos el sentido etimológico de la palabra, nos encontraremos con que esta misma proviene del vocablo “bifnim” que significa: “por dentro”.


El individuo refleja mediante sus rasgos (“panim”, rostro) lo que realmente siente por sus adentros (“bifnim”, por dentro). Al acompañar el saludo con una “buena semblante” no solamente estamos pronunciando unas “simples palabras”… ¡Estamos comunicando un estado de ánimo, un deseo de transmitir felicidad y calor hacia nuestro semejante por el sólo hecho de tener la calidad de sujeto, al igual que nosotros!


Por otra parte, encontramos un pasaje del Talmud que nos enseña: “Es mejor la persona que le muestra la blancura de sus dientes a su compañero, más que el que le ofrece para tomar leche” (Ketuvot 111 b).


El saludo se vuelve mucho más que un bien material. Se torna una necesidad espiritual, una estima determinante. No alcanza con un seco y parco “buenos días”, necesitamos transmitir más que aquello; llegar a lo profundo de sus sentimientos, a lo profundo de su corazón.



  • “Diezmar diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año” (Deuteronomio 14:22).

La Torá nos obliga a diezmar toda ganancia que accede a nuestros depósitos.


Tal vez nos quiera enseñar que no podemos darnos el lujo de tener provecho de este mundo sabiendo que otro sufre o no dispone de los medios suficientes. Que si tenemos la posibilidad de gozar, que lo hagamos, sin dudas, pero no sin antes acordarnos que hay otros individuos que por su situación no pueden hacerlo como nosotros, solidarizándonos con aquellos en una mínima medida (¡y también para agradecer que nosotros sí podemos!)


Pero el precepto no solamente se refiere a diezmar la cosecha. Tampoco a todo lo material y económico.
Cualquier bien, sea monetario y/o espiritual se debe diezmar. Eso significa que si Di-s nos otorgó alegría, debemos compartirla con los demás. Si poseemos seguridad emocional, debemos ayudar a otros a que la adquieran. Si nuestra vida psíquica está ajustada, trataremos de socorrer a personas que no lo estén. No se trata de un simple “buen obrar”, ni una actitud filantrópica… ¡tenemos un precepto que nos obliga a realizarlo! ¡Al igual que respetar el Shabat o colocarnos los Tefilín!


Cuando la Torá enumera las aves que no están permitidas ingerir, nos dice en uno de sus pasajes: “(Y estas son de las que no podréis comer:) la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago (Deuteronomio 14:18).


Al referirse a la cigüeña, la Torá la denomina “Jasidá”. El Talmud explica que la raíz de su nombre proviene del vocablo “Jesed”, es decir, “bondad”. Si esto es así, ¿por qué ella está entre los pájaros impuros, que normalmente son aves de rapiña? El libro “Meotrezenu Ha Iashan” nos explica: porque la cigüeña es amable sólo con sus pares. Sólo se preocupa por aquellos de su propia bandada o grupo.


Hay mucho para hacer y con pequeños actos mucho podemos lograr. Un saludo, un “¿cómo estás?”, una mínima preocupación por el otro, cambian vidas enteras. Otorgan valor a las personas, las hacen sentir que son importantes, que valen, que merecen respeto. Que son realmente personas…


Observemos como de las pequeñas cosas podremos obtener beneficios asombrosos. Tal es el caso de los medicamentos: pueden tener un tamaño muy diminuto, pero consiguen sanar hasta enfermedades terminales (“Alé Shur”, tomo 2).


Todos somos esencia de una misma parte que es Di-s. La chispa divina interior nos complementa como seres humanos. Por ello la palabra “ahavá” (amor) y “ejad” (unidad) poseen igual valor numérico (13): para enseñarnos que la única manera de llegar a la unidad, a la integridad, es através del amor.


Intentemos humanizarnos y estar más atentos a las necesidades de los demás; más cordiales, más considerados con nuestro semejante. No seremos ni psiquiatras ni psicólogos, pero fabricaremos una gran medicina para el alma: el amor.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Las Cataratas y el Saludo del Rab Mijael


Hace unos meses, Rab Mijael Yehudá Lefkovich ZZ"L abandonó este mundo. Nos dejó grandes enseñanzas, entre ellas, su inmenso amor al prójimo, demostrado claramente en el siguiente episodio:

Siendo ya mayor, el Rab debía ser operado de cataratas, pero dijo: "¿para qué de de operarme, si yo no necesito ver de lejos? Me alcanza con ver de cerca". Después de reflexionar unos minutos, dijo: "en realidad, sí debo operarme, ya que si no veo de lejos, cuando camine por la calle, no podré saludar a los transeúntes; debo ver para poder saludar y alegrar a las personas".

Siguiendo su pensamiento, concluyó: "¿cuál es el problema? Saludo a todos por igual y listo, tema solucionado. Entonces no me operaré".

Sin embargo, finalmente decidió operarse, luego de llegar a la conclusión que sí necesitaba observar a quién saludaba: "algunas personas necesitan un saludo especial, una palabra de aliento, un refuerzo, lo que significa que sí debo ver, para saber a quién estoy saludando... hay quienes necesitan más que un simple saludo..."

¡Estas son las reflexiones que fundamentan las decisiones de un Tzadik!



Publicación semanal "Maor HaShabat" Nº121

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El Papel de la Mujer




El Génesis abarca los primeros 1,600 años de historia humana. Todo empieza con el ino-cente versículo, que describe la razón de por qué debe haber dos géneros distintos en el mundo. “Y Di-s dijo, ‘ no es bueno para el hombre estar solo; Yo le haré una ayuda contra él”. Hasta entonces, Adám y Eva estaban fundidos en un solo cuerpo. Aquí fueron divididos en dos criaturas distintas, cada uno teniendo su estructura y personalidad únicas. La Torá emplea para describir el papel de la esposa -“un auxiliador contra él”- que parecen contradictorias. Si se supone que una esposa sirve como una ayuda a su marido, no es “contra él”. El magnífico pensador judío, Rabi Schneur Zalman de Liadi, interpreta la frase literalmente: La mujer se vuelve un “auxiliador” para su marido cuando a veces está contra él. Esto significa que para que un marido pueda convertirse en la máxima expresión de lo que puede ser, debe desplegar el valor suficiente como para dar la bienvenida a las ideas y sentimientos de su esposa que están en “contra” de las suyas propias.

EL MARIDO GRITÓN

Algunos hombres no pueden tolerar que sus esposas discrepen con ellos. Se enfadan y frustran. A veces sucede, que para que reine la paz, la mujer calla. ¿Quién pierde más? El marido pierde más, según la Torá. A veces un hombre debe salvarse de sí mismo, de su ego, inseguridades, ceguera, irreflexión y tentaciones. Cuando un hombre aprende a valorar auténticamente la contrastante personalidad de su esposa, viajará a lugares a los que él nunca podría llegar solo. Esto no significa que es una orden bíblica para la mujer discrepar con su marido el 100% del tiempo.

MANTENIENDO EL EQUILIBRIO

¿Pero cómo hacen las parejas para garantizar que las proporciones conservadas son las apropiadas? ¿Cómo nos aseguramos que el componente “contra él” no agobie? El Talmud dice que al principio Di-s planeó crear al hombre y la mujer como dos personas distintas. Finalmente, Él los creó como uno (sólo después Él procedió dividirlos en dos). ¿Por qué Di-s “cambió de idea”? Quizás Él deseó enseñarnos cómo debe relacionarse una pareja. En el matrimonio, debe haber un “al principio” y un “al final”. Al principio, el marido y esposa deben ser dos; cada parte debe expresar su opinión libremente. Cada uno debe desafiar a su cónyuge para crecer más profundamente. En el final, deben reconciliar las diferentes visiones en un unificado modelo de conducta, haciendo de los muchos- uno.

DI-S ESTÁ ANHELANDO NO ESTAR SOLO

Di-s y el pueblo de Israel son comparados en la Biblia a un marido y su esposa. Así, que este versículo -también puede entenderse simbólicamente como una declaración acerca de la relación entre Di-s y la humanidad. Antes de la creación del mundo, Di-s, el supremo “Hombre” estaba “solo”. Incluso des-pués de crear el mundo, Di-s podría revelar Su presencia en nuestras vidas para que reconozcamos que Di-s está en verdad solo, porque el universo entero es esencialmente una extensión de Su luz y energía. Sin embargo, Di-s escogió crear un mundo que eclipsaría Su realidad completamente e incluso se le opondría. Di-s escogió crear un ser humano con la habilidad de negarlo, ignorarlo, expelerlo de su vida. ¿Por qué? La respuesta es, porque “no es bueno para el Hombre estar solo; Yo le haré un auxiliador contra Él”.



Esto representa simbólicamente que el placer profundo de Di-s proviene de esta oposición a Él. Cuando un ser humano que por sus percepciones naturales descubre a Di-s, rompe la cáscara de lo físico para descubrir la luz de Di-s; cuando una persona desafía la tosquedad de su naturaleza para encontrar la llama de idealismo grabada en los huecos de su corazón -esto concede un placer y alegría a Di-s que a través de Su ser solo nunca podría lograr. El propósito de nuestra creación, no es generar luz, sino transformar la oscuridad en luz Así que la próxima vez que su esposa discrepe con usted, ó que usted “discrepe” con Di-s emocional o psicológicamente- no se frustre. Al contrario, ésta es una oportunidad de experimentar la verdadera razón de su matrimonio.




-Este ensayo está basado en un discurso de Rabi Schneur Zalman de Liadi-

La Enseñanza Semanal, Jabad Lubavitch Argentina, Nº883

lunes, 5 de septiembre de 2011

¿Se Mueve el Piso?



El gran erudito talmúdico Rabi Akiva Eiger invitó una vez a un hombre pobre a su casa el viernes por la noche.

Un blanco y hermoso mantel cubría la mesa de Shabat. Todo relucía por la pulcritud.

Durante la comida, cuando el hombre pobre levantó su copa de vino, esta cayó de su mano, y el rojo líquido se esparció por el inmaculado mantel, dejando una horrible mancha.

Viendo que el hombre estaba inundado por la vergüenza, Rabi Akiva Eiger inmediatamente tiró su propia copa de vino, la cual también, “accidentalmente” cayó, derramando el vino sobre el mantel.

Mientras el hombre pobre lo miraba con gran alivio, Rabi Eiger remarcó “¿Parecería que la mesa o el piso se mueven, no?”


La Enseñanza Semanal, Jabad Lubavitch Argentina, Nº879