lunes, 3 de diciembre de 2012

Felicidad...




Un profesor universitario soñó que se encontraba con Di-s y decidió preguntarle el motivo por el cual nunca había sido feliz en su vida, a pesar de su exitosa carrera y sus conocimientos.

Di-s le dijo entonces: "Sé que eres un profesor con una gran trayectoria, así que te resultará fácil decirme cuáles son las tres primeras personas en la gramática."

El profesor se sorprendió de aquella pregunta y respondió: "Pues eso es muy fácil para una persona con mis conocimientos son: YO, TÚ y ÉL."

Di-s le dijo: "¿Ves?, ese es el problema, aún con tus conocimientos lo has dicho al revés y esa es la causa de tu infelicidad."

El orden correcto es:

ÉL, refiriéndote a mí para que yo sea el primero en tu vida. TÚ, para que el prójimo, después de mí, sea lo más importante en tu vida. Y finalmente viene el YO.

“Cuando YO sea el centro de tu vida y seas de bendición a tu prójimo, entonces, sin que ocurra nada especial, un día te darás cuenta de que ya eres feliz”


Publicación semanal "Or Mizrah" Nº505

jueves, 9 de agosto de 2012

¿Casamiento por amor o por dinero?


PREGUNTA:

Hace poco asistí a una boda jasídica. Fue una experiencia muy diferente. Una cosa que nunca había visto antes es que la novia lleva un velo en la jupá que es tan grueso que no puede ver nada en absoluto, y nadie puede ver nada de su cara. ¿Cuál es la razón detrás de esto?


RESPUESTA:

Hay un viejo estereotipo de lo que se refiere al matrimonio. Los hombres se casan con mujeres por su apariencia. Las mujeres se casan con hombres por su dinero. Por supuesto, hay muchas excepciones a esta regla. Pero hay algo de verdad en ella también.

Los hombres buscan la belleza. El hecho de que hay un montón de chicas guapas con carácter áspero, no hace logra detener la búsqueda masculina de una persona bella. Y así, muchas chicas maravillosas se pasan por alto simplemente porque no encajan en la definición estrecha y superficial de belleza.

Mientras tanto, las mujeres dicen que quieren un hombre que esté financieramente estable, que a menudo es sólo un eufemismo para referirse a un hombre rico. De alguna manera piensa que si él tiene un saldo de siete dígitos en el banco, sabrá cómo cuidar de ella. Como si la compra de joyas caras y vacaciones de lujo son la única manera de demostrarle que realmente le importa. Y los chicos realmente buenos que no son los mejores ejemplos de este tipo a menudo se quedan atrás.

Por supuesto que necesitamos atraer a nuestro cónyuge. Y, por supuesto que todos necesitamos dinero para sobrevivir. Pero estos no son los ingredientes más esenciales para un matrimonio feliz. Con demasiada frecuencia, las personas caen en la versión externa de lo que realmente buscan. En lugar de la belleza física, lo que realmente estamos buscando es la belleza interior y un corazón dulce. No es la riqueza que buscamos, sino una fuente constante y confiable de apoyo. Es sólo cuando vemos más allá de lo superficial que conocemos a una persona real y tenemos la oportunidad de encontrar y mantener a nuestra alma gemela.

Este es el mensaje detrás del grueso velo. Cuando el novio le coloca el velo a su novia, le está diciendo: “No me estoy casando contigo por tu cara bonita. Me estoy casando contigo por la persona hermosa que eres. Así que puedo casarme con tu rostro cubierto. Tu belleza brilla desde el interior”. Y la novia tapada le está diciendo: “Este velo me impide ver qué tipo de anillo de bodas colocas en mi dedo. No me importa. Voy a aceptar cualquier anillo que me des. Es contigo que me quiero casar, no con el dinero o las joyas que me comprás”.

Un hombre rico puede perder su dinero, y una chica bonita su apariencia. Pero la belleza interior y la riqueza espiritual son nuestras para siempre. Un matrimonio basado en esos valores eternos puede conquistar cualquier cosa.

Aaron Moss

lunes, 30 de julio de 2012

Los Jueces de Israel



La Torá otorga a los Jueces y Rabanim de Israel una sabiduría especial para ver los casos con una claridad absoluta.

Sucedió en Estados Unidos, que un hombre elegantemente vestido entró en una agencia de automóviles, a pedir informes sobre los flamantes autos que exhibían en la agencia. Después que el vendedor mostró las características de los vehículos, el hombre compró en pocos minutos uno de los mejores modelos por un valor de $50.000 dólares. Pagó con una tarjeta de crédito y se retiró con el vehículo.   

A la media hora, entró a una agencia de automóviles usados y ofreció vender el vehículo a un precio de $20.000 dólares. Para que no sospecharan de él, les mostró la factura  y los documentos que demostraban su posesión sobre el automóvil.   

El dueño de la agencia de los autos usados sospechó que hubiera algún fraude, ya que nadie compra algo y lo vende a la media hora por menos de la mitad del precio que pagó. Por lo tanto, solicitó al vendedor unos minutos para revisar el auto, mientras los mecánicos hacían lo suyo, él decidió llamar a la policía.   

En pocos minutos, los oficiales se presentaron en el local para interrogarlo:“¿por qué usted quiere vender el automóvil a un valor tan bajo?”. El hombre respondió:  “Porque sí, ¿acaso no puedo hacer lo que quiero con mi dinero?”. La policía insistió: “¿Y qué sucede con su tarjeta de crédito?”. El hombre estaba muy tranquilo y respondió: “Si quieren, llamen al banco y verán que hay fondos suficientes para cubrir mi compra”. Los policías decidieron llamar al banco, pero ya era tarde. El banco había cerrado ese viernes y no abría hasta el lunes a la mañana. No había otra solución: detuvieron al presunto estafador hasta el lunes en que podrían averiguar si la tarjeta tenía fondos o no. El hombre no se opuso a la detención.

El lunes averiguaron: ¡había fondos suficientes! Lo dejaron libre, el hombre salió con una sonrisa y a las pocas horas regresó con dos reconocidos abogados y demandó judicialmente a la policía por tres millones y medio de dólares por haberlo detenido sin causa alguna. La policía no pudo justificar su actitud y el hombre terminó llevándose ese dinero después de un tiempo.

 Los Jueces de Israel con la ayuda especial de Hashem hubiesen entendido que no es lógico que alguien venda su automóvil perdiendo tanto dinero, está claro que lo que quería ese hombre es que sospecharan de él y que la policía lo detuviera, para presentar una denuncia y enriquecerse en tan poco tiempo como lo hizo realmente. Los Jueces de Israel no lo hubiesen detenido hasta no tener pruebas suficientes.
Las buenas cualidades de los Jueces de Israel hacen que tengan ayuda de Hashem para juzgar con corrección y sin caer en trampas de cualquier estafador.


Extraído del "Alenu Leshabeaj"


lunes, 18 de junio de 2012

Somos lo que damos...


Una persona perversa decidió hacerle un regalo a una muy pobre, con motivo de su cumpleaños.
Para ello preparó una bandeja de basura y desperdicios.

En medio de la fiesta y en presencia de todos, mandó a entregar el paquete, que fue recibido con gran alegría por el agasajado.

El hombre tras abrir el regalo y a pesar de ver toda la basura que contenía, le agradeció el obsequio, pero pidió que esperara un instante, porque quería corresponder su gentileza.

Tiró la basura, lavó la bandeja, la llenó de flores y se la entregó al hombre con una nota que decía:
"Cada uno da lo que tiene en su interior"

No te entristezcas con la actitud de algunas personas; no pierdas tu serenidad.

La ira perjudica la salud y el rencor envenena el corazón.

Domina tus emociones negativas. Se dueño de ti mismo.

No arrojes leña al fuego de tu frustración.

No pierdas la calma.

Piensa antes de hablar y no cedas a tus impulsos, por muchas razones que tengas.

"Alimentar el resentimiento, es como aquél que toma veneno y espera que muera otro".


Publicación Semanal "Or Mizrah" Nº491

domingo, 5 de febrero de 2012

Perdidos en la Montaña



Tres hombres se perdieron en la montaña y tenían solamente una fruta para alimentarse, quienes casi desfallecían de hambre.

Se les apareció entonces Di-s y les dijo que probaría su sabiduría y que, dependiendo de lo que mostraran, los salvaría.

Les preguntó Di-s: "¿qué pedirían para solucionar el problema y que todos se alimentaran?".


El primero dijo: "haz aparecer más comida".

Di-s contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino más bien trabajar con lo que se tiene.


Dijo el segundo: "entonces haz que la fruta crezca en abundancia como para que sea suficiente".

Di-s contestó que no, pues la solución no es pedir siempre más de lo que se tiene para arreglar las cosas, ya que el ser humano nunca que satisfecho y por ende, nunca sería suficiente.


El tercero dijo: "mi buen Di-s, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños para que la fruta nos alcance".

Di-s dijo: "haz contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad".


A veces esperamos que otros arreglen los problemas o buscamos la salida fácil, pidiendo a Di-s que arregle todo sin nosotros cambiar o sacrificar nada.

Por eso en oportunidades pareciera que Di-s no nos escucha, pues pedimos sin dar nada a cambio y queriendo obtener lo que pedimos.


Seremos felices el día en que aprendamos que la forma de pedir a Di-s es reconocer que somos débiles, hacernos humildes, dejando de lado nuestro orgullo.


Veremos entonces que al no excedernos en pretensiones y siendo humildes, vendrá la prosperidad. ¡Hazte pequeño y serás grande!



Publicación semanal "Or Mizrah" Nº477

domingo, 11 de diciembre de 2011

Cicatrices de Amor


En un día caluroso de verano en el sur de la Florida, un niño decidió ir a nadar a la laguna que estaba detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró un clavado inmediatamente y nadaba feliz... .No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba.

Su mamá desde la casa observaba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.

Oyéndola, el niño se alarmó y viró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.

Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo.

El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo: "Pero las que usted debe ver son estas".

Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza.

"Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".

Nosotros también a veces tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestro mal proceder, pero algunas son la huella de Di-s que nos manda mensajes y nos sostiene con fuerza para que no nos desviemos de nuestro camino.

Recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Di-s te ha sujetado demasiado fuerte para que no caigas.


Semanario "Or Mizrah" Nº402

domingo, 4 de diciembre de 2011

La Madre Ejemplar



La familia Kanheman vivía en Lituania. El frío era de tan magnitud que cuando nevaba era imposible salir sin estar muy bien abrigados y con un buen par de botas.
Ellos tenían seis hijos pero un solo tapado y un par de botas.
Una noche de invierno se discutía quién iría al día siguiente a la escuela, al no poder salir sin tener botas y tapado.

El mayor de los hijos, Iosef Shelomó ya estudia Guemará, su hermano comienza a estudiar Mishná, Meir está completando el conocimiento de las letras... ¿a quién se llevará mañana a la escuela?, era la pregunta de la mamá.

En la madrugada, la madre halla la respuesta...
Levanta a su hijo mayor, le pone el tapado, le calza las botas y sale con él a la escuela.
Ha nevado toda la noche y el frío es de aquellos que cortan la cara, pero la madre se superpone al frío y lentamente llega a la escuela vacía, deja a su hijo, pero antes le saca el tapado y las botas, regresando a su casa.

Ahora, despierta a su segundo hijo, lo hace vestir, le pone el tapado, las botas, saliendo con él hasta la escuela. La nieve golpea sobre su rostro, pero ella sigue y sigue hasta que llega al colegio y hace lo mismo que hizo con su primer hijo: le saca el tapado, las botas y vuelve a buscar a su próximo hijo. Bajo el frío intenso, aún con las manos congeladas, esa madre hizo el viaje hacia la escuela doce veces, todos los días, con la intención de que ninguno de sus hijos se quede sin estudiar.

Las consecuencias fueron muy fuertes: la madre se enfermó, el médico le diagnosticó pulmonía.

El Rab Kanheman solía contar este hecho muchas veces para contrastar las comodidades de hoy en día, con la situación que él vivió de pequeño en su casa. Tuvo muy presente el sacrificio de su madre y todo el esfuerzo que hizo para que él estudiara Torá.
Se decía de él: "¿de dónde sacó las fuerzas para reponerse de la barbarie nazi que arrasó con toda su familia, sin padres, hermanos, tíos, esposa e hijos?"
¿Cómo una persona llega en medio de la guerra a Israel y decide fundar una ieshivá? ¿Quién iría a estudiar allí? Sin embargo, lo hizo. Sentía que su madre le decía: "Iosef Shelomó, fundá la ieshivá, tú puedes". Y él, en esas colinas áridas de Bené Berak, fundó Ponevich, hoy con más de 2000 alumnos.

Quizá se pueda decir que la piedra fundamental fue puesta por esa abnegada madre que con su ejemplo enseñó más que tantos libros y enciclopedias.


Extraído del "Or Daniel"