viernes, 9 de abril de 2010

Estrenando Oficina...



Una persona acababa de inaugurar su nueva oficina, en el piso 50 de una moderna torre. La última tecnología se había utilizado en su construcción, sobre todo en materia de seguridad.
Entusiasmado por la novedad, no reparó en el horario y, tal como se había programado, los mecanismos de seguridad comenzaron a activarse... automáticamente todas las puertas se cerraron herméticamente y los teléfonos se bloquearon.

Al darse cuenta, ya era tarde. Se asomó por la ventana y llegó a observar como las últimas personas se alejaban del edificio. Intentó gritar, pero nadie lo escuchaba.
¿Cómo llamar la atención? Miró a su alrededor y reparó en la caramelera que estaba sobre su escritorio, la que le había obsequiado su esposa con motivo del nuevo estreno, para convidar a sus potenciales clientes.
"¡Qué buena idea!", dijo, y comenzó a arrojar uno a uno, todos los caramelos. Los transeúntes levantaban el dulce, le quitaban el envoltorio, se lo llevaban a la boca... ¡y seguían su camino sin siquiera mirar hacia arriba para saber de dónde provenían!

Al darse cuenta que esta técnica no funcionaba, y temiendo pasar toda la noche allí, sacó su billetera y tomó unos dólares. Arrojaba de a cinco, de a diez, de a veinte...
Las persona veían el dinero en el piso... miraban para un lado, para el otro... y cuando ya estaban seguros que nadie los observaba, levantaban el billete y se iban rápidamente.

"¿Y ahora qué hago?", pensó nuestro protagonista.
Sobre una repisa había una hermosa piedra de mármol tallado, obsequio del arquitecto, quien había decorado su moderna oficina. Sin pensarlo dos veces levantó la pesada piedra, se acercó a la ventana y... ¡allí va!

Gracias a Di-s, cayó apenas a unos centímetros de una persona que pasaba por el lugar, quien enfureció y llamó a la policía para que atrapara al inconciente que había arrojado esa piedra, cual podría haberle costado la vida.
De esta manera, nuestro infortunado amigo del piso 50 pudo pedir auxilio y salir de allí.

Nos pasan cosas lindas en la vida...
Recibimos dulces, dinero... quitamos el envoltorio, guardamos el dinero en el bolsillo y ni siquiera nos preguntamos quién nos mandó aquello.
¿Cuándo si recordamos mirar al cielo? Cuando ocurre un suceso que nos hubiese gustado que no ocurriera...

Publicación semanal "Maor HaShabat" Nº75

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