sábado, 25 de julio de 2009

Cosas De Todos Los Días: “Un Vivo Bárbaro”



A veces parece que todo es tan injusto; que la vida es muy injusta. Queremos comprender todo. Pensamos que nuestro “intelecto” tiene el “derecho” y la “obligación” de entender racionalmente todos los acontecimientos que suceden.

Creer que terceras personas son “culpables” de nuestro sufrimientos, es una farsa, una mentira… Di-s es quien dictamina las situaciones y los enlaces de todo fin, El que Tiene la última Palabra. Es el botón que acciona la máquina, el martillo que golpea el clavo, el agua que germina a la semilla; la Omnipotencia en todo su esplendor.

Los valores que cada uno posee internamente, tienen su precio. A veces cuestan demasiado, otras se mantienen y tantas veces “devalúan”.

Considerarse un ser con valores internos significativos implica luchar por ellos manteniéndolos hasta las últimas consecuencias, sean cual sean sus riesgos. Ser perseverante para que sigan en pie, se torna un objetivo sumamente importante. Trascendental. Una puja que deberá ser cotidiana… a menos mientras estemos “vivos”…

“Vivos” no hace referencia a la propia vida en sí, a la que todos conocemos, a la de todos los días. Ser y mantenerse “vivo” hace alusión al sentimiento interior, a la conciencia congruente y completa de actuar basándose en lo que el organismo dicte. A ser lo que realmente queremos ser, y no a lo que quieren que seamos. A vivir la verdadera vida, la auténtica, la que vale la pena. La que no le teme a nadie ni a nadie mas que al propio remordimiento de no actuar como realmente lo siente.

No hay mejor manera de vivir la vida que acentuando los ideales, objetivos, pensamientos y sentimientos organísmicos, propios de la experiencia interna, facilitándolos a la conciencia para que se hagan efectivas en la realidad objetiva, desenmascarando lo cognitivo, lo abstracto.

Dejaremos de ser “vivos” no bien subyuguemos nuestro existir, sentir y pensar a sujetos explotadores y apáticos que nos privan cada día de nuestra libertad, que no valoran el vivir de los demás, construyendo con sus “sanos juicios” barreras que impiden la fraternidad y promulgan a viva voz los totalitarismos.

Aquellos nos quitan la calidad de personas transformándonos en lo que se les antoje, en su deseo más próximo a su conciencia, a lo que venga primero a su vista. En todas sus facetas nunca olvidarán la función esencial estilo “maniquí” o “marioneta”: acatar sus órdenes, sus caprichos, sus deducciones, sus maneras de hacer justicia… su “libre” manipulación.

¿Dejará algún día de existir la prepotencia que otorga el poder a los individuos que no saben darle su verdadero uso? ¿El canal del diálogo vencerá la batalla en tiempos de guerra sin fin? ¿Seremos conscientes algún día, de los males irreparables que provocamos cuando nuestra empatía se desactiva y el egocentrismo se hace presente? ¿Podremos poseer voluntad para –al menos- intentar comprender a un otro que vive, respira y se alimenta como nosotros?

Por mi parte doy fe que haré el esfuerzo. No caeré en las generalidades, desindividualizando a cada individuo. Todo sujeto será digno de confianza. Todo organismo deberá ser considerado, apreciado. Validado. A menos mientras me encuentre “vivo”…

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