viernes, 5 de febrero de 2010

Catástrofes, Desastres Y Fenómenos… ¿Naturales?


Que inundaciones, que terremotos, que tornados, que aludes, que sequías… ¿qué le está aconteciendo al mundo?, ¿cómo es posible que la naturaleza castigue tanto al hombre en los últimos tiempos? Hace considerables años que no se observaban catástrofes tan drásticas, consecutivas y devastadoras para la humanidad…

Seguramente los ecologistas y grupos protectores del medio ambiente nos explicarán que el hombre está recibiendo de vuelta todo lo negativo que arrojó y arroja al planeta, como un efecto “boomerang”: gases contaminantes, clorofluocarbonos, deforestación, tala indiscriminada de árboles…

Es cierto, todo individuo es libre y responsable en relación a sus actos. También Di-s nos prohíbe el exterminio de árboles frutales al conquistar una tierra (Deuteronomio 20:19), desprendiéndose de aquella restricción todo lo que refiere a despilfarrar bienes o recursos que pueden ser de utilidad para la especie humana (ya sean alimentos, vegetales, rasgar ropas, etc.)

En una oportunidad, una persona comentó que se encontraba recorriendo las calles de Londres y arrojó un papel al piso londinense. De repente, se le aparece una señora diciéndole: “Señor, se le ha caído este papel”. Asombrado, el hombre le contesta: “Gracias señora, pero ya no lo necesito…”. A lo que la mujer le replicó: “Londres tampoco…”

Como judíos creyentes somos concientes que nada es porque sí, al azar, de casualidad, sin motivo. Sabiendo que Un Poder Supremo maneja y gobierna el planeta y todo lo que este contiene, se torna imposible adjudicar todos los males a explicaciones científicas, lógicas y racionales. Claro está que podemos hacerlo (de hecho, eso es lo que los medios nos trasmiten…), pero de esta manera nos alejamos de nuestro compromiso como habitantes del mundo y nuestra función como humanos en una Tierra otorgada para nuestro bienestar y rol de funciones divinas.

Seguramente cuando ocurrió el diluvio en la época de Noaj, cuando se partió el Mar Rojo, cuando sucedieron todas las plagas en Egipto, cuando Bilham fue tragado por la tierra junto a sus seguidores, y muchos sucesos más que relata la Torá, los científicos, magos y hechiceros de aquel entonces, habrán presentado sus teorías racionales acerca de aquellos sucesos. Pero Hashem nos transmitió claramente a través de los versículos, que cada acontecimiento tenía un propósito en pos de enseñar cuál es el camino correcto a seguir. Tal como un padre amonesta a sus hijos para encarrilarlos, pero de todas maneras su amor hacia ellos no cambia en lo más mínimo, Hashem hizo y hace con nosotros lo mismo.

Es para destacar la extremada paciencia que tuvo Di-s respecto a la generación del Diluvio. A Noaj le llevó 120 años construir el Arca Sagrada y aquel fue el largo lapso que el Todopoderoso esperó para que se arrepientan y vuelvan a las fuentes. Es más, aun cuando el tiempo se había agotado y la Justicia Divina tomó posición (luego de 120 años de advertencia…), nuestros sabios nos enseñan que comenzó a garuar muy débilmente, con esperanzas que observen la lluvia y se arrepientan.

Todos los seres humanos poseemos funciones distintas. Los judíos tenemos 613 preceptos a cumplir y los no-judíos, los 7 preceptos universales. Nadie en absoluto está excluido de la misión Divina, es por eso que nadie queda exento en respetar mandatos Celestiales.

El Maimónides escribe: “Todo gentil que reciba para sí el cumplimiento de los siete mandamientos y sea cuidadoso con ellos, es uno de los justos de las naciones del mundo, y tiene su porción en el Mundo Venidero. Esto es así siempre y cuando los reciba y los cumpla pues tal ordenó el Eterno en la Torá y manifestó a través de Moshé, nuestro maestro, que desde antiguo los bené Noaj (noájidas) estaban obligados a ellos. Pero, si los hace a causa de que les parece razonables (y no las asume como obligaciones de origen divino), entonces no se le puede considerar como justo de las naciones del mundo, sino un seguidor de sus sabios” (Mishné Torá, Hiljot Melajim 8:11).

¿Y cuáles son aquellos preceptos universales, que competen tanto a judíos como a no-judíos?

1) No adorar a ídolos o falsas deidades
2) No blasfemar
3) No asesinar
4) No robar
5) No mantener relaciones sexuales ilícitas
6) No comer carne de animal con vida
7) Establecer cortes de justicia

Como podemos observar, estas leyes son mínimas de convivencia en cualquier sociedad actual. Es decir, medianamente todas las personas estamos de acuerdo que para poder convivir en sociedad, sanamente, son necesarios aquellos preceptos para regular las conductas. Aun así (y tal como mencionamos en el Maimónides), debemos actuar en función al mandato Divino y no a nuestra lógica. Caso contrario, el precepto pierde su valor.

Muchas personas nunca hubiesen creído que las “World Trade Center” terminarían de manera que terminaron. Supongo que nadie hubiese pensado hace un par de año atrás, que el terrorismo tendría en vilo a todo el mundo entero y que las “grandes potencias mundiales” no podrían frenarlo. Es que justamente cuando depositamos nuestra confianza y fe en poderes humanos, es cuando Di-s nos demuestra que si Él quiere, no podremos liberarnos de aquellos por más seguridad, tecnología y “potencia mundial” que seamos.

En un artículo que poseo hace un par de años, escrito por un rab luego del atentado a las “Torres Gemelas” se puede leer:

“… por ser que en los últimos años las catástrofes perpetradas provenían de kamikazez, siendo posible que los humanos pensemos que aquellos males provenían solamente del poder de otras personas, no poniendo consentimiento que todo proviene del Cielo, es factible que por ello Di-s mande al mundo los terremotos, pues allí no hay dudas que es una llamada de atención proveniente del Todopoderoso, no pudiendo adjudicar aquella a ningún individuo en particular. De esta manera, podrán retornar a las fuentes de mejor manera y sin ningún tipo de dudas” (para más información ver Talmud Ierushalmi capítulo 9, ley 2, en donde se despeja la pregunta “¿Por qué vienen terremotos al mundo?”. También ver Talmud Bablí, tratado de Berajot 59 a).

Todo lo antes dicho lo podemos encontrar en tan sólo un versículo de la Torá: “Y dijo (Di-s): “Si oyeres atentamente la voz de Hashem, tu Di-s, hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Hashem, tu sanador" (Números 15:26).

Las personas nos preocupamos por tener contactos importantes, médicos reconocidos, empresarios millonarios, pero quizá olvidamos que siendo el “amigo” del “Director” de todos aquellos, tenemos todo lo anterior asegurado. ¿Acaso quién es el mejor médico sino aquel que creó la enfermedad, y en efecto, la medicación? ¿Quién es el rico sino aquel que inventó el dinero y la otorgó a personas selectas? No me refiero a Bill Gates, tampoco a Einstein… ¡me refiero a Di-s!

Es cierto, el cambio climático es un hecho. Nuestro deber y responsabilidad como habitantes deber ser cumplida y respetada. No sólo por un bien personal, sino comunitario. Vivimos en sociedad y ello no es algo menor. Sería demasiado individualista pensar que “si total se inundan los pueblitos carenciados, ¿a mí que me interesa?”. Pero no debemos ser conformistas y quedarnos solo con aquello. Ni un respiro de más está en nuestras manos. Ni un dólar de menos depende de nosotros. Ni el trabajo en donde estamos, ni nuestra casa, nuestros bienes, nuestros hijos… ¡es que no son “nuestros", ¡ese es el tema!

“Uy, ¡mami! Mira, salió el arco iris. ¡Qué lindo!. Pero… ¿por qué se hace?”, le preguntó Ioni a su mamá. “Mira, cuando sale el Sol y hay humedad, sale el arco iris. Siempre que observes al Sol y a la lluvia juntas, podrás apreciarlo”, le contestó su mamá.

Muchos de nosotros alguna vez habremos preguntado lo mismo a nuestras madres. Y seguramente habremos recibido la misma respuesta… es cierto, la explicación racional es ampliamente valedera pero… ¿quién hizo que aquella “naturaleza” se efectúe de tal manera?, ¿quién le dijo al Sol que salga y a la lluvia que caiga en la superficie conjuntamente?, ¿quién creó las leyes de la física y la meteorología para explicar los fenómenos naturales? Quizá hubiese sido mejor responderle a Ioni: “mira, la verdad es que el arco iris sale porque Hashem así lo decidió en este momento. Si nos remontamos un poquito al pasado, Di-s le prometió a Noaj que no traería más un diluvio de tal magnitud al mundo, colocando de señal de pacto al arco iris (Génesis 9:11, 12, 13, 14, 15). De todas maneras, podrás observarlo cuando llueve y al mismo tiempo se encuentra el Sol”.

Es importante este punto porque de la manera que formemos a nuestros hijos, dependerá mucho su futuro. Y esos pequeños sucesos son los que debemos aprovechar para inculcar los valores de judaísmo y fe.

¿Y por qué Di-s no demuestra abiertamente su poderío?, ¿por qué no se nos presenta a toda la humanidad para que cumplamos sus preceptos?

Sería muy fácil respetar Su palabra si los milagros serían abiertamente. No podría existir ni pago ni recompensa por obrar el bien, ya que la persona que a esas alturas se rebele, sería un trastornado mental. En otras palabras, con el terreno llano, no habría prueba, desafío ni posible recompensa. No existiría el libre albedrío.

También cuando llueve solemos apreciar ese hecho como algo “natural”… tal vez los campesinos lo valoren más en años de sequía… ¿y qué hace que nos olvidemos de aquellos milagros?, ¿por qué nos quejamos cuando llueve (porque odiamos mojarnos y tener que llevar el paraguas a todos lados…), y no reconocemos que es una verdadera bendición de Hashem para la tierra?

Durante la travesía por el desierto los judíos fueron testigos de grandes milagros. Las nubes de gloria los protegían de los rayos fuertes del Sol, de las tormentas y los guiaban por el camino; una fuente de agua marchaba tras ellos conduciéndose a cada sitio que se trasladaban; sus ropas no necesitaban ser cambiabas ya que crecían con ellos y eran lavadas y planchadas por las nubes de gloria; diariamente caía el Man (pan celestial) el cual no tenía desperdicio fisiológico, pues era puramente Divino.

Aun así, encontramos que los judíos se quejaron del Man, alegando que deseaban comer carne (Números 11:4). La particularidad del Man era que el sabor del mismo dependía de la intención del degustador. Sólo faltaba pensar qué gusto deseaba que tenga antes de ingerirlo, para que este mismo contenga aquel sabor. De todas maneras, había algunos sabores que no estaban permitidos por ser que su ingesta era perjudicial para las mujeres que amamantaban (Números 11:5, Rashí, en nombre del Sifrí). También se quejaron que querían esos sabores.

El problema es que nos acostumbramos muy rápido a las bondades y no olvidamos para nada ligero las dolencias. Podríamos decir: “veían cómo caía el pan del Cielo, el gusto que ellos querían tenía (casi…), tenían a Moshé, a Aharón, a Miriam, ¡a todos los Ancianos de Israel! ¿Cómo pudieron caer tan bajo?”. Quizá de aquí a un par de años, las lluvias no caigan tan a menudo “por problemas climáticos” y nuestros nietos preguntarán: “¿cómo nuestros abuelos no veían la mano de Di-s? ¡Caía lluvia del cielo y constantemente!”.

Nadie tiene el derecho a juzgar a nadie, pues, el acostumbramiento es un factor muy difícil de sortear. Y no solamente en el cumplimiento de preceptos, sino en conservar amistades, en la pareja, en las conductas. Todo lo que requiera un “riego constante” es difícil de mantener.

El pobre burro había sido sentenciado por todo el reino animal. A simple vista no existía un motivo real para su condena. Pero todos lo habían decidido: deberían librarse de él.

Conjuntamente lo llevaron a una fosa muy profunda y poco a poco, cada uno le arrojaba un poco de tierra. Al parecer, el burro no era tan burro… cada vez que caía sobre él tierra, se sacudía rápidamente, y con sus patas pisaba lo arrojado. Así, escasamente y muy despacio, conseguía subir lentamente a la superficie parándose sobre la tierra lanzada.

Nosotros también debemos ser “burros”… de las situaciones apremiantes, de los momentos difíciles, debemos sacudirnos rápidamente para trepar a la superficie. Nunca debemos decaer. Lo pasado, bien analizado y sacando conclusiones, es pisado. Sólo nos queda recordarlo para no volver a repetirlo.

Resumiendo podríamos decir que cada catástrofe, desastre o fenómeno… ¡NO es natural! La naturaleza no existe, sino Di-s que creó las leyes naturales. Individualmente deberíamos sacar nuestras propias conclusiones respecto a nuestro sendero transitado. Si podemos ser mejores personas. Más humanos. Más solidarios con nuestro semejante. Más arraigados con nuestra esencia Divina. Nada es en vano. Nada es porque sí.

1 comentario:

  1. MARAVILLOSO ARTICULO ALAN, DEBEMOS RECORDAR QUE JUDIOS Y NO JUDIOS TENEMOS ENORMES COMPROMISOS CON EL ETERNO, HAY QUE CUMPLIR, NO HAY EXCUSA POSIBLE NI DISCULPA VALEDERA, ACTUEMOS CONFORME A LAS LEYES DIVINAS Y TAL VEZ LA NATURALEZA CAMBIE CON RESPECTO AL HOMBRE, ELLA JAMAS SE APARTA DE LAS LEYES DIVINAS. ALAN, GRACIAS POR MANTENERNOS AL TANTO DE TODO. DI-S TE BENDIGA HOY Y SIEMPRE. SHABAT SHALOM.

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