jueves, 7 de mayo de 2009

Pesaj Shení: Otra Oportunidad

Estamos transcurriendo una fecha en la cual se conmemora una “festividad” no tan conocida por muchos de nosotros, y a la vez interesante de analizar: “Pesaj Shení”: La Pascua Segunda.

¿De qué estamos hablando?, ¿qué significa aquello de “la segunda Pascua”?, ¿cuándo la Torá menciona un asunto como este?

“… si un hombre se impurificase a través de un cadáver humano o estuviere en un camino lejano, de ustedes… hará la ofrenda de Pesaj para el Eterno, en el mes segundo, el día catorce la harán, con Matzot y hierbas amargas la comerán” (Números 9:10 y 9:11).

Primordialmente, y tal como ordenó Di-s, la ofrenda de Pesaj debía realizarse el 14 de Nisan, al segundo año de la salida del exilio egipcio. Y así sucedió.

Existe una regla general para los sacrificios que la misma establece preservar un estado de pureza total e íntegra de parte del ofrecedor. Caso contrario, ningún tipo de “Korbán” (sacrificio) era posible ofrecer.

En ese entonces, muchas personas que estaban impuras por haber tenido que ocuparse de los fallecidos se encontraban en un estado no-puro, característica que los imposibilitaba para ofrendar. Ellos reclamaron delante de Moshé diciendo: “¿Por qué nosotros por cumplir con un mandato Divino (al cuidar a los fallecidos) perderemos la oportunidad de ofrendar igual que los demás?”. Hashem contestó a Moshé: “Diles que les daré otra oportunidad: el día catorce del próximo mes (Iyar), realizarán la ofrenda de Pesaj ingiriéndola también con Matzá y hierbas amargas”.

Detenernos al menos unos instantes para reflexionar sobre esta porción de la Torá, tal vez nos enseñe el potencial poseído en el individuo para modificar aun determinaciones Divinas.

Ampliemos más la idea…

¿Qué hubiese sucedido si aquellas personas “impuras” no le “reclamaran” a Moshé su interés por realizar el sacrificio de Pesaj?, ¿también Hashem hubiese ofrecido una “segunda oportunidad”?
Haciendo una lectura simple y superficial de la Torá, el motivo del “nuevo precepto” fue pura y exclusivamente producto del “reclamo” de aquellos iehudim (judíos) interesados en cumplir fervorosamente esta Mitzvá (precepto). Cabe recalcar que, si sus bocas no hubiesen emitido palabra, en nuestros días no existiría entre nosotros el concepto de “Pesaj Shení”.

Con toda la importancia y trascendencia que la Torá posee, que aún ninguna palabra, letra ni acento está puesto sin sentido (y de hecho los Sabios aprenden muchas cosas de aquellos detalles), esas personas “celosas” por preceptos, dejaron su huella en una obra tan magnífica como la Torá, solamente por el hecho de realizar un justificado reclamo al verdadero “servicio de atención al cliente”.

El poder que tienen nuestras súplicas y Tefilot (oraciones) no conoce los límites. No tiene barreras. Es sobre natural.

Debemos ser concientes que nunca todo está perdido; siempre hay una segunda oportunidad.

“¡Mis súplicas no son contestadas! ¡Di-s no me escucha!”, podríamos decir muchos de nosotros al vernos “frustrados” por la repetida angustiante situación. Quizá debamos entender que no todo lo que pedimos y pensamos que es bueno para nosotros, es como la realidad lo indica. Solamente Alguien que Está por Sobre nosotros Puede entenderlo.

“¿Entonces para qué pedir? Si me dices que Hashem es Quien Entiende qué es lo mejor para mí, ¡qué Él decida!, ¿por qué existe un concepto de Tefilá (oración)?, ¿de qué sirve si de todas maneras Él es quien tiene la última palabra?”

Una de las finalidades de los rezos es demostrarle a Di-s que somos concientes que nada depende de nosotros si no es aprobado primero por Él. Ya sea para bien como para mal. Beneficiando o perjudicando. Transmitimos un mensaje como diciendo: “nos remitimos a Ti porque no existe nada ni nadie que pueda ayudarnos sin antes haber pasado por Tu aprobación”. Necesitamos hacer Tefilá (rezar) para que este concepto quede explicitado. Estar convencido que cada paso por y a realizar estamos junto a Hashem; Él está con nosotros. Todo está calculado. Nada es al azar, “a la buena de Di-s”…

El Talmud nos enseña en el tratado de Nidá (16 b): "Hay un ángel a cargo de la concepción y su nombre es Noche. (Este mismo) agarra la gota (de la concepción) y la coloca delante de Di-s y le dice: "¡Amo del Universo! ¿Esta gota que será (en un futuro)?, ¿(una persona) fuerte o débil?, ¿inteligente o necio?, ¿rico o pobre?", pero justo o malvado no le pregunta. Tal como dijo Rabí Janiná: "todo es del Cielo (determinado por Di-s), menos el temor al Cielo".

Aún así, nada está fuera de las manos de la persona. A través de los rezos tenemos la posibilidad de modificar asuntos tan importantes, ¡como hasta el incremento de un nuevo precepto por parte de la Torá! (como en el caso de “Pesaj Shení”). Incluso transformar determinaciones Divinas asentadas previamente a nuestro contacto con el mundo, ya sea nuestra apariencia física, aspecto, posición económica, etc.

Una propuesta o súplica humana puede ser sinónimo de un nuevo decreto o determinación Celestial. De alguna modificación o incremento. Valoremos el poder que tenemos entre nuestras manos. No lo dejemos escapar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario