martes, 16 de junio de 2009

Una Felicidad De Piedra


Había una vez un picapedrero que se ganaba la vida picando piedras de las montañas.
Era un trabajo muy duro tanto desde el punto de vista físico como espiritual. Muy a menudo nuestro protagonista lamentaba su triste destino y se preguntaba: "¿por qué algunas personas son tan ricas y poderosas mientras yo tengo que romper mis huesos a diario desde el amanecer hasta el anochecer para lograr traer apenas el pan sobre mi mesa?".

Un día el hombre estaba sumido en sus pensamientos cuando de pronto escuchó un ruido muy fuerte que provenía de lejos. Para averiguar la fuente de tanto barullo, trepó a la cima de la montaña y alcanzó a ver una caravana de gente que se aproximaba.

El rey estaba paseando por la ciudad y cientos de personas se juntaron hacia ambos lados del camino gritando: "¡¡Bravo!!", mientras le arrojaban flores al monarca.
"¡Qué fabuloso sería ser tan grande y poderoso como este rey!, ¡deseo ser como él!", pensó el picapedrero.
Ignoraba nuestro personaje, que ese día era el día de gracia, el día en que cualquier deseo podía transformarse en realidad simplemente con pronunciarlo.
De pronto, el antiguo picapedrero se convirtió en soberano de la ciudad. Percibió un gran poder y riqueza, lo cual lo enorgullecía sobre manera: "¡qué maravilloso se siente poseer un mando absoluto!".

Al poco tiempo, nuestro ex picapedrero convertido actualmente en gobernante, comenzó a sentirse incómodo. El Sol brillaba y sus ropas reales de gala lo acaloraban demasiado.
Se preguntó entonces: "¡qué significa todo esto? Si soy el más poderoso nada debería afectarme... si el Sol puede humillarme de esta manera, quiere decir que él es más poderoso que yo... ¡Deseo ser Sol!". Y inmediato se convirtió en el Sol.

Sentía mucho poder; autoridad absoluta; fuente de increíble energía. Podía emitir luz y calor si así lo deseaba, a todo y a todos los seres de la faz de la Tierra. Por él pasaba la decisión de emanar calor y bienestar, como así también fuegos destructivos; "desastres naturales".
"Soy realmente el más poderoso", se dijo hacia sus adentros.

Mas de pronto se sintió frustrado... una gigante nube se colocó frente a él y tapó sus rayos...
"No puede ser... quiere decir que la nube es más poderosa... ¡quiero ser lo más!, ¡quiero ser una nube!".

Transformado en nube se sintió omnipotente. Arrojaba torrentes de lluvia cuando se le antojaba, y hasta lograba opacar al "poderoso" Sol. Pero poco tiempo duró su felicidad ya que un viento fuerte y súbito descolocó a la nube y la barrió... "¡Entonces deseo ser el viento!", y en él se convirtió.

Como viento rugía sobre los océanos y mares, levantaba inmensas olas... al pasar por los bosques derribaba árboles... Pensó para sí: "¡ahora sí que soy el más poderoso!".
De pronto se topó con una montaña... ella le impidió el paso... hizo que se abstenga de hacer sus "travesuras". "Ah, no... ¡la montaña es más fuerte que yo!, ¡deseo ser montaña!"

Altiva y majestuosa la montaña se encontraba erguida. Su cima sobrepasaba las nubes.
"¡Qué formidable! Ahora sí, ni el viento ni el Sol ni las nubes. Soy el más poderoso".

Mientras se regocijaba, sintió en lo profundo de sus entrañas un dolor muy agudo...
Observó a un picapedrero que con su pico estaba picando en pedacitos su "flamante cuerpo".
"¡Si existe alguien capaz de desintegrarme, deseo ser esa persona YA MISMO!".
Su deseo fue otorgado, convirtiéndose nuevamente en su esencia: un picapiedrero.

Muchas veces pensamos que la felicidad está en aquello que nos falta o que puede tener otra persona. La realidad es que no debemos buscar muy lejos para ser felices. Basta con mirar lo que somos y lo que poseemos para entender que la verdadera felicidad es aquella que podemos apreciar y agradecer disfrutando lo que el Todopoderoso nos dio, nos da y nos dará... La felicidad está dentro nuestro.

Extraído de "Hamaor" Nº18, Organización "Kol Simjá" (parábola del Maguid de Dubna)

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