viernes, 5 de marzo de 2010

La Misteriosa Historia De Los Vasos De Té...



Rab Itzjak Kaana, contó una impresionante historia protagonizada por Reb Tzion Suiv, intendente de una casa de estudio de Torá.Rab Tzion tuvo el mérito de estar en contacto con el Jazon Ish, quien lo bendijo y lo incentivó a ayudar a quienes estudiaban Torá. Uno de los recuerdos más significativos de este Yehudi es su constancia, durante años, de repartir té a los estudiantes de una de las clases de Torá que se realizaban en Or Iehuda.

Rab Tzion pasaba entre los estudiantes, llevando una bandeja grande y sobre ella, decenas de vasos de té, pidiéndoles que tomaran para recobrar fuerzas y poder continuar con el estudio de Torá con plena concentración. El repartidor de té, hizo su trabajo fielmente, todos los días, durante muchos años.

Un gran enigma se escondía detrás de los vasos de té, motivo de no pocos comentarios y especulaciones, pero nadie se atrevía a indagar el por qué. Lo cierto es que los vasos nunca estaban llenos, el líquido humeante solo llegaba hasta la mitad. También quien estuviera muy sediento, debería conformarse con el ´medio vaso´. Algunos opinaban que ´el repartidor de té´ era un avaro y a pesar de estar haciendo un acto de favor al repartirlo, no podía desprenderse de la cualidad de la avaricia, que lo dominaba.

Hace un tiempo, me encontré con el hijo de Reb Tzion, cuenta Rab Kaana, quien me pidió que lo escuchara un momento, porque tenía para contarme una interesante historia en relación a su padre."Poco antes de fallecer mi padre, ocurrió que un día no llegó a tiempo a la clase, por lo que decidí repartir el té en su lugar. Por supuesto, esta vez llené todos los vasos hasta el borde, los acomodé sobre la bandeja y me dispuse a repartirlos entre los estudiantes.

En ese mismo instante llegó mi papá. Reb Tzion observó los vasos, y luego a mí con expresión de disgusto. Tomó la bandeja de mis manos, volcó la mitad del contenido de cada vaso en la pileta y se dispuso a repartir el té entre los estudiantes como de costumbre. También a mí me intrigaba desde hacía tiempo su hábito de repartir los vasos de té, completos solo hasta la mitad, pero como el resto, me contuve y no dije nada.

Pero esta vez, al ver que los vasos estaban llenos y él volcó la mitad, comprendí que se trataba claramente de una determinación y decidí preguntarle, de una vez por todas, el motivo de su actitud a pesar que esta le acarreaba desprecio por parte de los estudiantes". Su respuesta fue una aleccionadora clase de piedad hacia el semejante.

Así dijo Reb Tzion a su hijo: "Seguro tú conoces a ´este´ y ´este´, nombrándole a dos miembros de la clase, y una vez que el hijo le respondió positivamente, continuó explicándole: he notado que las manos de ambos tiemblan constantemente, yo sabía que si sirvo a todos un vaso lleno, cuando llegara a sus manos ellos se verían en un problema…

El té caliente se derramaría provocándoles quemaduras y hasta podría volcarse sobre sus ropas, siendo depreciados por esto. Por otra parte, si les sirviera al resto de los estudiantes un vaso completo y a ellos medio, los avergonzaría frente a todos. Por eso decidí que en vez de avergonzarlos a ellos, me avergonzaría yo y repartiría a todos solo medio vaso para librarlos a ellos del desprecio. Y Hashem hizo conmigo un milagro el día de hoy, al permitirme llegar a tiempo y evitar que sirvieras a todos los estudiantes un vaso completo…"

Publicación semanal "Maor Hashabat" Nº67

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