domingo, 29 de marzo de 2009

Hacia Un Verdadero Concepto De Humildad

Cuando nos "toca" recitar cualidades sobresalientes sobre algún individuo en particular, solemos mencionar una lista "tipo" la cual en términos generales se encuentra constituida por las siguientes características: amable, humilde, sincero, cariñoso, honesto... tal vez varía el orden, más no el contenido.

Podríamos afirmar que medianamente la sociedad en general está convencida que lo único que hace al ser humano un Ser digno y un Ser en sí mismo, son las cualidades que él pudo lograr y conseguir en el trayecto de su vida, más allá de la prosperidad económica (¿acaso la mortaja tiene bolsillos?).

Al mencionar la palabra "humildad" frecuentemente caemos en una desacertada definición.
No solamente es un error de concepto sino que hasta puede llegar a trabar nuestros roles como Seres en el mundo. A ello, la intención e importancia personal por aclarar este punto.

Veamos los que nos dice la "Real Academia Española" respecto a la palabra "humildad":

1. f. Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.

Hasta aquí nada parece estar fuera de lugar. Nuestra percepción no es mucho menor a lo que acabamos de leer.

Aun así, si bien es cierto que una persona humilde debe "reconocer sus propias limitaciones y obrar de acuerdo a ese conocimiento", no obstante, olvidan que también existen otras características individuales de cada sujeto las cuales lo hacen único e irremplazable en este mundo, ¿y en base a ellas no se debe obrar para ser humilde?, ¿acaso no está dentro de aquel "reconocer" de la definición?
Existen muchas capacidades latentes, propias de cada uno, las cuales también debemos ser conscientes y tenerlas presente. No solamente hace falta "reconocer las propias limitaciones", sino, también, "reconocer las propias virtudes" y "obrar de acuerdo a ese conocimiento".

Está más que claro que humildad no es sinónimo de frustración, baja autoestima o depresión. Debemos borrar este perjuicio sociocultural que anda circulando en estas generaciones. Di-s no quiere Seres deprimidos e inmotivados.

En cambio, humildad es reconocer tanto las debilidades como así también las capacidades y obrar de acuerdo a ambas. Ser consciente que las capacidades que poseemos fueron adquiridas por la aprobación de un Creador que las envió. Que no somos más que nuestro prójimo por poseerlas, ya que así como Di-s nos las envió, así también pudo habérnosla quitado. Y si Lo desea, así podría suceder.

Esa es la verdadera humildad. Entender y aceptar que sí tenemos nuestras capacidades (y por ello debemos agradecerle a Di-s), pero que no sacamos más rédito que nuestro compañero por aquello. Tenemos los mismos derechos por tener tan solamente la igual calidad de sujetos. Entonces, así como a algunos Les otorgó más inteligencia o capacidades, a otros, menos (o viceversa).

El Talmud nos enseña en el tratado de Nidá (16 b): "Hay un ángel a cargo de la concepción y su nombre es Noche. (Este mismo) agarra la gota (de la concepción) y la coloca delante de Di-s y le dice: "¡Amo del Universo! ¿Esta gota que será (en un futuro)?, ¿(una persona) fuerte o débil?, ¿inteligente o necio?, ¿rico o pobre?", pero justo o malvado no le pregunta. Tal como dijo Rabí Janiná: "todo es del Cielo (determinado por Di-s), menos el temor al Cielo".

Otorgarle el valor verdadero a las aptitudes que poseemos no sólo por el mero conocimiento y el posterior agradecimiento al Todopoderoso, sino también para poder utilizarlas en nuestra cotidianidad. Porque justamente para ello nos fueron concedidas. Nada fue ni es en vano.

Una persona que no tiene el conocimiento que una fortuna se encuentra en su cuenta corriente del banco, equivale a no tenerla. Obligatoriamente necesita aquella información para poder sacarle provecho. Sino, ¿cuándo podrá utilizar aquel botín?

De no ser así, es decir, al no concientizarnos que poseemos una parte virtuosa que nadie en el mundo puede reproducir más que nosotros, la no actividad ganará la batalla y no aceptaremos nunca nuestra unicidad como sujetos. ¿Acaso somos reproducciones inútiles de la especie humana? ¿Un Ser Completo y Magnífico Otorga vida a individuos para perder el tiempo, sin ninguna meta u objetivo?
Así como poseemos rasgos únicos en nuestros rostros pero no por ello dejamos de pertenecer a la especie humana, así también tenemos características y talentos parecidos a los de nuestro semejante, más no iguales.

Por otra parte, todos conocemos (¿también practicamos?) el famoso precepto: "Amarás a tu prójimo como a tí mismo" (Vaikrá 19:18).
¿Cómo podemos amar al prójimo si primeramente no nos amamos a nosotros mismos? Debemos comenzar por “casa”, por nosotros mismos. Por conectarnos con nuestro interior para lograr apreciar nuestras características virtuosas.

Cualquier persona podría alegar: "he decidido no quererme a mí mismo, así que no tengo por qué amar a otro; en mi caso, la Torá no me obliga".
Justamente de este precepto podemos deducir, ¡que no existe aquello! No es válido que alguien alegase aquel argumento.

Tal vez sea por ello que se nos haya condicionado el amar a un tercero comparándolo primero con nosotros mismos, para que realmente sepamos y tengamos la obligación de cumplir con aquel precepto previamente con nosotros mismos, y a través de ello, auto valorarnos para superar la metas y desafíos que la vida nos propone a diario. ¿Estamos preparados para enfrentarlos? ¡A la carga!

1 comentario:

  1. ''Amar al projimo como a nosotros mismos"" si supieramos que alli esta la esencia de todo, una vez logramos esto AMAMOS A DIOS DE VERDAD. Para comenzar a amar a nuestro projimo, debemos aceptarlo tal como es, sin juzgarlo, para disminuirlo, solo ayudarlo para mejorar, y apoyarlo cuando necesite de nosotros.
    Alan, gracias por tu mensaje tan oportuno ahora, tan vigente, nos ayudara para mejorar nosotros tambien. Sigue ADELANTE, y escribe para que muchos aprendamos y seamos solidarios con aquellos que comparten nuestro diario vivir.
    MUCHAS GRACIAS,
    Luisa

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