sábado, 14 de marzo de 2009

La Bendición De Nosotros Depende

Frecuentemente observamos a grandes empresarios y hombres de negocios dirigirse hacia grandes Sabios contemporáneos en búsqueda de bendiciones y consejos. No solamente aquellas personas se dirigen hacia ellos. También se pueden ver a padres preocupados por sus hijos, a jóvenes que aun no han encontrado a su otra mitad, a personas que necesitan paz en sus hogares... los casos y circunstancias son interminables."¿Me conviene invertir aquí?", "¿es riesgoso este negocio?", "¡necesito una bendición para casarme!", "¡no sé ya que hacer con mi hijo!".

A veces pensamos que la berajá (bendición) se activará de manera rápida y automática. El "antídoto" al inconveniente está en las "manos" de aquel Sabio. Su gran conexión con Hashem (Di-s) hará que toda dificultad llegue a su fin.

Cuentan que en una oportunidad un joven muchacho iba a contraer matrimonio.
Tal como era la costumbre, en vísperas de su boda se acercó a lo de su rabino al cual le pidió una bendición. "¡Quiero que me bendiga con que no se me presenten dificultades en toda mi vida!", solicitó el joven al gran erudito. "Te equivocas", le contestó este último, y siguió: "si piensas que en la vida no deben existir inconvenientes, no estás acertado... ¡con ellos logramos superarnos! Por eso, no te bendeciré con que no se te presenten dificultades, porque todos las necesitamos. En cambio, te daré una berajá (bendición) para que en todo problema que se te presente, puedas encontrarle la vuelta y salir adelante."

Nuestras escrituras nos exigen que nos apeguemos a nuestros Sabios (Pirké Avot 2:15), que nos consultemos con ellos y saquemos todas nuestras dudas.
Si bien es cierto que ellos pueden estar más cerca de Hashem (Di-s) por su constante apego, las bendiciones no tienen carácter mágico. No se trata de brujería, de un encantamiento o de una hechicería... A través de la bendición, el Rabino le reza a Hashem (Di-s) para que las personas tengan éxito. Sepamos que no se esconde algún tipo de secreto oculto en aquello. No hay más que eso.

¿Necesitamos intermediarios para hablar con Di-s?. ¿Para qué solicitarle a un tercero que haga lo que nosotros mismos podemos hacer? ¡Tenemos la oportunidad de pedirle a Hashem (Di-s) lo que queramos... y las 24 horas del día! Es más, al estar involucrados en el inconveniente, tal vez rezaremos con más fuerzas y fervor que aquel Rabino.

Cuando Adam y Javá pecaron comiendo del árbol prohibido, tanto ellos como la serpiente (que incitó a Javá a comer del fruto) recibieron su particular castigo.
Di-s le dijo a la serpiente: "... polvo deberás comer todos los días de tu vida" (Génesis 3:14).
A la mujer le dijo: "Aumentaré tu sufrimiento y tu embarazo; ... con dolor darás a luz" (Génesis 3:16). Y a Adam: "... con el sudor de tu rostro comerás pan". (Génesis 3:19).
Al comparar los castigos, parece que el hombre recibió uno más duro que la serpiente. Esta última podrá encontrar su sustento dondequiera que vaya y sin esfuerzo, ya que el polvo se encuentra en todas partes. En cambio, el hombre debe trabajar y sólo recibe su sustento "con el sudor de su frente". Los comentaristas, en cambio, explican que la serpiente recibió el peor castigo. "Te proporciono comida por todas partes para que nunca tengas que llamarme, porque no quiero tener nada que ver contigo". Haciéndole la vida más fácil, Di-s se estaba distanciando de la serpiente y no hay peor maldición que ésta. El ser humano, por otro lado, fue castigado con maldiciones que requerirían su contacto constante con su Creador.

Una "conexión" constante que sólo la tendremos si realmente la valoramos. Seamos concientes que aquello existe y no depositemos en terceros nuestra responsabilidad.

Dicen que los caballos que trabajan con carruajes tienen la fuerza suficiente como para librarse de aquellos. Di-s les dio la energía necesaria para soltarse de las cuerdas que los amarran. "¿Por qué no se rebelan?", nos preguntamos todos. Y la respuesta es: porque no creen que ellos tienen la fuerza. Aquel Ser que no cree en sus potenciales, aunque los posea, nunca podrá ponerlos en práctica.

En el lugar que estemos, ya sea en el supermercado, en la fila del banco, caminando por la calle o esperando al ómnibus. Siempre es momento propicio para rezarle a Él. Eso es lo que Espera de nosotros: ¡que lo tengamos siempre presente! "Hashem, por favor, que llegue el ómnibus rápido". "Di-s, que la fila del banco se mueva más rápido". En todo momento y lugar tenemos aquella oportunidad. Demostrarle que aun en las pequeñas cosas le pedimos a Él ya que todo de Él depende (como dice el Rey David: "Puse a Di-s delante de mí siempre", Salmos 16:8). Sepamos aprovechar la conexión especial que tenemos. La conexión "WI-FI".

En una oportunidad un compañero de curso me había dicho que siempre le pedía a Hashem tener éxitos en los exámenes escolares. "Yo le pido otras cosas más importantes", le dije. "Cosas tan insignificantes no me parecen apropiadas para pedir", insistí.
"Te equivocas abismalmente", dijo, y continuó: "al solicitarle cosas pequeñas estás demostrando que absolutamente todo depende de Él; no solamente los asuntos importantes. ¿Acaso el resultado de una buena nota -por más insignificante que parezca- no es una mezcla de mi esfuerzo junto con lo que Él quiera? Si no le pides aquello, estarías demostrando (implícitamente) que existe algo que escapa a Él" (Di-s no permita).
Debo reconocer que recibí una buena lección.

Quizá vemos más conveniente que otro nos diga lo que tenemos que hacer. Optamos por una directivdad total. ¿No será que tememos al fracaso y nos cuesta asumir los pasos en falso? "Yo no me equivoqué, a mí me dijeron que haga así" ¿No habrá un dilema con aquello de asumir un desafío, una responsabilidad y no estar abierto a fallar? ¿No olvidamos, tal vez, que ser responsable y aceptar los fracasos son las llaves para el éxito y la continuidad? ¿No será que no estamos abiertos a aprender de las malas experiencias y así enriquecernos internamente?

Uno mismo es la bendición. De nosotros depende. Claro que debemos consultarnos con los grandes Sabios del pueblo. Escuchemos sus consejos, opinemos, intercambiemos ideas. Pero, tal vez, deberíamos replantearnos antes si no estamos tocados en lo expuesto, porque, de ser así, estaremos involucrados en un asunto no menor. En aceptar los desafíos de la vida.

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